Vidas desperdiciadas en contraste con vidas arrebatadas
La muerte de un ser humano conlleva dolor de una u otra forma, en algunos casos el sentimiento de compasión es hacia quienes la lloran y no a la persona fallecida.
Al leer cada uno de los escritos se exteriorizan diferentes sentimientos con cada uno, la incomprensión de alguien que renuncia a la vida por un amor y el dolor que causa a las personas que la amaron, y el desconcierto de ver que alguien no aprecia su vida y la deja escapar por un desamor y el contraste con alguien que desea vivir a plenitud y sueña con lo que va hacer en su vida pero les es arrebatado tal derecho de una manera violenta, injusta y de la forma mas cruel.
La tristeza, furia e impotencia que da el ver tal crueldad con seres humanos tan puros y empezar a imaginar de cómo es posible que existan personas capaces de tales actos. No puedo evitar sentirme tan triste, con un nudo en la garganta al leer como les roban la vida a personas inocentes y que quede impune.
Pensar que estas son solo unas de las tantas víctimas que hay en este país, sentir repudio por esta sociedad y las cosas que llevan a que sea así, desmotiva el querer pensar y ver mi país con buenos ojos. Amo mi país pero en este momento no puedo tener ningún buen sentimiento hacia nosotros como sociedad.
Los artículos son muy atrapantes, hacen que se identifique y que se conozcan a las víctimas, entrar sus vidas antes conocer el tristísimo desenlace, y lo logran, al menos en mi caso, no pude evitar pensar en mi sobrina y me desgarra el alma pensar que algo así le pueda pasar y me asusta el pensar que gente capaz de esos actos tan inhumanos este libre en este país.
Este es el objetivo de la periodista ya que solo así logramos tener la sensibilidad con estos sucesos tan lamentables que pasan cada día en nuestro país y es que tristemente los guatemaltecos hemos perdido la sensibilidad a la violencia que nos invade, hasta que nosotros o alguien cercano sea la víctima.
La niña de Guatemala de José Martí
Las niñas de Guatemala reportaje de Marta Sandoval
Misra Sierra
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